lunes, 4 de agosto de 2014

¡Tápate! Semana Mundial de la Lactancia

Todo lo que tiene que ver con esto de ser mamá es nuevo para mí, tan nuevo que de a poco lo voy inventando. Una de esas cosas tan de mamás, y de mamas, es dar la teta en público. A mí, el médico me dijo que había que dar la teta a demanda: eso significaba que debía darle de mamar a mi bebé todas las veces que pidiera, cuando lo pidiera. Por supuesto, esto significaría que si yo andaba en el súper y a la nena se le ocurría que necesitaba un bocado, había que dárselo. Eran órdenes del doctor.

Al principio no tuve mucho problema, porque estuve en casa casi todo el tiempo, mis salidas eran excursiones rápidas (aquí todo está cerca) y nunca, en realidad, me puse a pensar en qué haría si de pronto tenía que dar la teta en un lugar púbico. Hasta que llegó el día en que mi bebé de cinco meses y yo nos tomamos unas vacaciones para ir a visitar a los parientes de México. Desde Jujuy, como ya he referido antes, hay que pasar por cuatro aeropuertos y tres aviones, y el viaje dura, en el mejor de los casos, todo un día. Evidentemente, tuve que darle de comer en el trayecto.

Y después, pasamos las fiestas en la ciudad de Monterrey, donde viven mis padres. Eso significó que salimos muchos veces a centros comerciales, en excursiones de todo el día (a mi mamá y a mí siempre nos ha gustado recorrer los centros comerciales de cabo a rabo), y durante las cuales, por supuesto, la pequeña Conejita tenía hambre y había que darle la teta.

Será que a mí me da lo mismo, o que creo que tetas tenemos todas, nada más que dispuestas en formas distintas, que lo mismo en el avión, en medio de una gran tienda departamental, en un restaurante o donde fuera necesario, yo me bajaba la blusa y le daba la teta a la Conejita siempre que lo pedía. Díganme impúdica, pero pienso que no hay nada de qué avergonzarse en el acto de dar de mamar a un bebé, y realmente no me incomoda que me hayan visto las tetas por todas partes, entre Monterrey y Buenos Aires.

Según sé, la lactancia en público suele no estar regulada en ninguna parte (salvo en un par de lugares un poco retrógrados). Sin embargo, esto es un problema porque deja abierta la puerta para que tiendas, restaurantes, y otros lugares públicos, la prohíban como parte de sus políticas.

Salvo algún comentario bromista en familia, nunca me tocó que alguien se acercara a pedirme que me tape, y más bien la gente hacía ese gesto de que te ve pero no te ve. Pero me parece que sería importante que el tema salga a relucir alguna vez desde las tribunas políticas, a veces tan desatinadamente promotoras de la lactancia, si tan sólo, simplemente, porque las mamás también votamos.

¡Feliz semana de la lactancia, brindemos con las copas!